Solemos relacionar la masticación con la digestión. Es decir, la masticación es la primera etapa del proceso digestivo, en la cual preparamos los alimentos para su deglución y posterior digestión (degradación mecánica y química de los alimentos).[1] De hecho esto es cierto, sin embargo, la masticación no es un evento esencial para la digestión, en el sentido de que la ausencia de esta fase inicial no perjudicaría significativamente la digestión de los alimentos. Tragar la comida sin masticar correctamente no impide el proceso de digestión en sí, ya que las actividades motoras del estómago y las enzimas del páncreas son capaces de compensar las posibles deficiencias de la masticación. El problema, por tanto, no está relacionado con la posibilidad de digestión de los alimentos, sino con la calidad de este procesamiento. La deglución de partículas más grandes, consecuencia natural de los problemas masticatorios, puede aumentar significativamente el tiempo de vaciado gástrico, aumentar la producción de ácido y favorecer enfermedades gástricas como gastritis y úlceras.[2] De hecho, los beneficios de una masticación adecuada van mucho más allá de una buena digestión. El propósito de este artículo es resaltar los innumerables impactos de la masticación en la salud general. La evidencia científica sobre el tema atestigua la importancia de la famosa frase “la salud comienza por la boca”.
Masticación y Peso Corporal Las personas con bajo rendimiento masticatorio tienen más probabilidades de ser obesas.[3] Esta relación aparentemente extraña entre la masticación y el peso corporal proviene principalmente de la selección de alimentos. Es decir, la dificultad masticatoria suele llevar a los individuos a elegir alimentos más blandos y calóricos, normalmente ricos en hidratos de carbono y pobres en fibra, vitaminas y proteínas. Además, el acto masticatorio es un estímulo para las zonas del hipotálamo responsables de la sensación de saciedad. A largo plazo, por lo tanto, se cree que una masticación adecuada puede contribuir a una menor ingesta de alimentos y, en consecuencia, a una menor ganancia de peso corporal. Masticación y Trastornos Endocrinos Además de los impactos sobre el peso corporal, los estudios en animales indican que la ausencia de una masticación adecuada puede favorecer el desarrollo de intolerancia a la glucosa y diabetes. Así lo demostró un estudio realizado en ratones, en el que la mitad de los animales comían una dieta dura con necesidad de masticar, mientras que la otra mitad comía la misma dieta en forma de puré, sin necesidad de masticar. Los animales que no masticaban presentaron un peso corporal más alto, niveles glucémicos más altos y el doble de probabilidades de desarrollar diabetes.[4] La principal explicación de los efectos positivos de masticar en los resultados está relacionada con la capacidad de masticar para estimular la liberación de insulina, la principal hormona reguladora de la glucosa.
Masticación y Salud Mental Varios estudios bien controlados realizados tanto en humanos como en animales apuntan a una serie de beneficios de la masticación sobre el sistema nervioso central.[5] No podemos olvidar que la boca representa la región del cuerpo más inervada, y su estimulación a través de la masticación provoca la activación de numerosas áreas cerebrales, varias de ellas responsables de los aspectos cognitivos de la atención, el razonamiento, el aprendizaje y la memoria. Cuando masticamos, provocamos literalmente un flujo sanguíneo intenso a áreas importantes del cerebro, y esta mayor perfusión cerebral puede estar relacionada con un mejor funcionamiento de la microglía, las células cerebrales encargadas de la limpieza de las sustancias tóxicas que se acumulan en el tejido nervioso. Una de esas sustancias, la proteína beta-amiloide, por ejemplo, puede estar relacionada con el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, como la enfermedad de Alzheimer. Curiosamente, varios estudios indican que la pérdida de dientes puede ser un factor de riesgo de la enfermedad, aunque aún se desconoce la causa del problema.[6-8] Después de este breve resumen sobre las principales relaciones entre la masticación y la salud general, queda claro que esta función tiene más impactos en el organismo que simplemente contribuir a la digestión. Cualquier profesional responsable de restaurar la oclusión y la función masticatoria debe, por tanto, ser consciente de su papel relevante en el mantenimiento del buen funcionamiento del organismo en su conjunto. Toda la evidencia presentada en este artículo refuerza la importancia del ortodoncista como un profesional diferenciado, cuya influencia en la vida de los pacientes ciertamente va mucho más allá de la estética. Referencias:
1. Gameiro GH, Magalhães IB, Szymanski MM, Andrade AS. Is the main goal of mastication achieved after orthodontic treatment? – A prospective longitudinal study. Dental Press Journal of Orthodontics. 22(3); 2017.
2. Sierpinska T, Golebiewska M, Dlugosz J, Kemona A, Laszewicz W. Connection between masticatory efficiency and pathomorphologic changes in gastric mucosa. Quintessence Int. 2007;38(1):31-7
3. Isabel CA, Moysés MR, van der Bilt A, Gameiro GH, Ribeiro JC, Pereira LJ. The relationship between masticatory and swallowing behaviors and body weight. Physiol Behav. 2015 Nov 1;151:314-9.
4. Nojima K, Ikegami H, Fujisawa T, Ueda H, Babaya N, Itoi-Babaya M, Yamaji K, Shibata M, Ogihara T. Food hardness as environmental factor in development of type 2 diabetes. Diabetes Res Clin Pract. 2006;74(1):1-7.
5. Weijenberg RA, Scherder EJ, Lobbezoo F. Mastication for the mind--the relationship between mastication and cognition in ageing and dementia. Neurosci Biobehav Rev. 2011;35(3):483-97.
6. Gatz, M.,Mortimer, J.A., Fratiglioni, L., Johansson, B., Berg, S., Reynolds, C.A., Pedersen, N.L., 2006. Potentially modifiable risk factors for dementia in identical twins. Alzheimers Dement. 2, 110–117.
7. Kim, J.M., Stewart, R., Prince, M., Kim, S.W., Yang, S.J., Shin, I.S., Yoon, J.S., 2007. Dental health, nutritional status and recent-onset dementia in a Korean community population. Int. J. Geriatr. Psychiatry 22, 850–855.
8. Noble JM, Scarmeas N, Papapanou PN. Poor oral health as a chronic, potentially modifiable dementia risk factor: review of the literature.Curr Neurol Neurosci Rep. 2013;13(10):384.
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